El ciclo de infección comienza cuando una hembra fecundada de Tunga penetrans penetra en la piel, generalmente en los pies, y se instala bajo la capa superficial. A diferencia de otras pulgas que simplemente pican, esta se incrusta completamente, dejando solo una pequeña abertura para respirar y expulsar huevos. En cuestión de días, el parásito se hincha al multiplicar su tamaño original, provocando dolor, inflamación intensa y una sensación de picazón insoportable.
Los síntomas iniciales pueden parecer leves, como pequeños puntos negros o lesiones enrojecidas, pero si la infección progresa, puede dar lugar a complicaciones graves. Las infecciones bacterianas secundarias son comunes debido a la ruptura de la piel, y en casos severos, pueden producirse necrosis, pérdida de uñas o incluso la necesidad de amputación. Además, la tungiasis puede causar dificultades para caminar, afectando significativamente la calidad de vida de los afectados.
La prevención es fundamental para combatir esta enfermedad. Mantener los pies cubiertos con calzado adecuado, especialmente en áreas endémicas, es una de las medidas más efectivas.
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